Cazadores del lenguaje
Por César Alfonso Viñas
Para escribir un poema hagamos como Goethe,
apilemos la leña seca en el desván de nuestras vidas
y dejemos que se incendie a su debido tiempo
en el sosiego de la noche estrellada
o en la lejanía de las cosas;
esperemos como Huidobro en el silencio auroral
a que la tierra tenga un parto de árboles
o se cuele el canto del jilguero por la ventana;
aguardemos como Hernández
a reclutarnos en un futuro no muy distante
en el quinto regimiento
y escribir como hombres en las trincheras
al ver caer a tus camaradas.
Viajemos como Machado a tierras de Castilla
donde lame el Duero la hacienda junto a los olmos de agua
o dormita la Laguna Negra entre los Picos de Urbión y oscuras leyendas.
Desempolvemos como Lorca el romancero en las cuevas del Sacromonte
recuperando la infancia vital en un estado de gracia
en conexión con el Universo o donde reposa el rocío
o practiquemos la poda como Juan Ramón en el exilio
de albores en tierras lejanas.
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